MI PRIMER EXHIBICIONISMO




 Lo más cierto de la vida, es que jamás estamos contentas con lo que somos o tenemos, y siempre queremos algo más.   Parte de estar vivas es, simplemente buscar algo que precisamente nos haga sentir vivas.  Para ello, siempre exploramos áreas que jamás pensamos sería posible visitar.


   La primera vez que escuché de posar desnuda, fue una compañera del colegio. Ella me confesó que lo había realizado a petición de su novio, y de tanta insistencia ella, le demostró que lo amaba sobre toda la cosa, que accedería a sus requerimientos. De esa forma, obtuvo de su pequeña cámara varias fotografías, en su dormitorio o en su baño. 

   Al inició me explicó que es una sensación extraña, estar a solas con ese pequeño dispositivo, retratándose así misma.  Pero, no fue así de pronto, sino que primero le llevo una instantánea donde ella se tapaba los pechos y aún permanecía con la falda del colegio, pero el novio no la aceptó, sino que deseaba ver más piel.  Por amor, ella, lo hizo.  El problema fue que cuando finalmente sació los ruegos del novio, ellos al poco tiempo se separaron.



     Ella estaba devastada porque luego se dio cuenta que esas fotos cayeron en manos de amigos del novio, y eso fue bochornoso para ella, al punto que tuvo que confesarlo a sus padres y cambiarse del Colegio.  

       Sin embargo, toda esa historia en mi tuvo un gran impacto, porque cuando me lo comentaba, sentía calor en mi vagina. Era virgen, pero ya había empezado a masturbarme, sin utilizar ningún dildo, solo mis dedos.  En las noches, me venían a mi mente adolescente, las imágenes de mi compañera completamente desnuda, posando ante aquella lente cómplice de su intimidad.  Un fin de semana, aprovechando que mis padres salieron con mis hermanos menores a una fiesta, la espinita de la curiosidad se me clavo más en mi mente.

      Me armé de la cámara de mi mamá, y me fui a la sala, donde hay un gran espejo.  Me pinté los labios, siguiendo cual ritual de una diva de las pasarelas. Y poco a poco me fui despojando de mi vestimenta. Primero la playera, luego la pantaloneta, finalmente mi sostén y mis pantys.  Frente a aquel espejo, estaba ahí completamente desnuda observando cada centímetro de mi cuerpo.


        Me sentí hermosa, me sentí bella. Tomé aquella cámara y empecé mi primera sesión fotográfica a solas.  Sentí que aquello era correcto. Decidía por mi misma, sin presiones ni peticiones de nadie.  Mi timidez dio apertura a mi libido febril. No había vergüenza, no había tabús. Era simplemente yo, en la soledad de mi casa, y ese pequeño artefacto. No recuerdo cuantas fueron, solo los lugares y las poses. Cansada pero feliz, me volví a vestir y baje las fotos en mi computadora.

             Mientras estaba en el colegio, mi mente no dejaba de pensar en aquella sencilla, modesta pero solitaria sesión de fotos.  Mi sensualidad puesta a prueba, fue solo el primer paso. En mi juvenil mente, aún sentía que aquel don de la naturaleza no podía quedar guardado en la caja del ordenador. Había que compartirlo al mundo porque deseaba sentirme admirada por los chicos. Así que mi siguiente paso fue recortar las fotos, para evitar mi rostro, y en un cyber, lo publiqué en un sitio porno, en forma anónima.


                A la semana, con sorpresa, observé que mis fotitos fueron las más votadas. Incluso, habían invitaciones de caballeros para conocerme en persona o por medio de la Internet. Me sentía extasiada.  Así, que continué realizando sesiones privadas y subiendo parte de mi cuerpo a la red. Y los comentarios iban en aumento. Aquello era increíble.  En las noches, repasaba cada comentario erótico en referencia a mi cuerpo, y me enloquecía, recorriendo con mis manos mi cuerpo, hasta saciar mi voraz apetito sexual.



                     Muchas chicas como yo, les gusta este tipo de pasatiempo.  Aún cuando el novio o la pareja, lo pidan, nos gusta ser admiradas como una viene al mundo al nacer. Hay una diva en potencia dentro del cuerpo de mujer, esperando salir o ser descubierta. Hoy en día, con mi pareja, realizamos sesiones fotográficas periódicas, y localizamos otras parejas en la red para vernos por la webcam.


                     Sin embargo, me encanta pasar a solas frente a la webcam, observada detrás de esa lente por múltiples caballeros que desearían estar conmigo, compartiendo la textura y el aroma de mi piel.  Jamás ha existido en mi mente, la intención de cobrar o comercializar ni mis fotos o mis imágenes por la webcam. Es simplemente la experiencia de excitarme al ser observada por extraños. 


   Ahora viene la realidad y el peligro de esta actividad. 

    Ten mucho cuidado y piensa bien antes de hacerlo. A veces las chicas somos muy enamoradizas y pensamos que es una bonita forma de regalar algo de nosotras a ese ser especial, pero pueda que no sea así.  Muchas chicas rompieron con sus novios, y ellos como venganza o morbo, regalaron las imágenes a sus amigos y otras chicas, incluso las subieron a sitios web porno, donde son vistas por cualquier cantidad de personas, más allá de ser algo saludable, pueden ser incluso pervertidos. Pero el daño ya estará hecho, pues incluso personas allegadas a ti, podrían tener acceso a ellas.


     Así que amiga primero piensa bien en lo que deseas y las consecuencias de tu decisión. Nadie puede obligarte a hacer lo que no deseas, incluso si quien te lo pide es alguien quien te ama. Lo mejor sería que él borre las imágenes que envíes, si simplemente la motivación fue más allá de que te guste "exhibirte", porque el mejor recuerdo es el que permanece en la memoria y en el corazón. 

       Para quienes se sienten bien con su cuerpo, y no les importa quienes pueden verla, entonces, elijan con delicadeza, buen gusto y nada vulgar, sino artístico, porque la juventud se vive una sola vez.








0 comentarios:

Publicar un comentario

 

©2009MI PRIMERA VEZ | by TNB