MI PRIMERA CHICA

   Desde la adolescencia empieza nuestro encuentro con nuestra propia sexualidad. Desde la entrada a la pubertad, cuando nuestro cuerpo comienza a experimentar cambios como los vellos púbicos en la vagina y las axilas o el crecimiento de  nuestras bubis hasta finalmente la llegada de nuestro primer periodo.

    Es aquí donde el juego con las muñecas quedaron atrás y comienza nuestras aventuras con los chicos...y las chicas.
   
    No es raro que el primer contacto que tenemos fuera de nuestro ambiente familiar es casualmente con nuestras amigas, con quienes compartimos risas, comentarios e intimidades.  Es con nuestras amigas, primero del barrio, la vecina más próxima y luego con las compañeras del colegio, que empezamos a intercambiar nuestro encuentro con el sexo.  Fotografías de chicos desnudos; comentarios acerca de sus penes o cómo es hacer el amor con ellos, y nuestra primera vez.


  Sin embargo, lo que no podemos dejar de un lado es  el tema del contacto con otra chica. Al inicio puede ser un juego o una curiosidad. El primer beso a veces no es con un chico sino con una amiguita, lo cual se inicia como un juego para ayudarnos entre nosotras y poder supuestamente estar lista para cuando ese momento llegue con el chico ideal. Pero, lo más cómico es que ese primer beso conlleva a otro de tipo de locuras o sensaciones.
    
  Recuerdo cuando ya a mediados de secundaria todo el grupo de chicas fuimos a un balneario y ahí nos desvestíamos frente la una de las otras, y podíamos mirarnos tal y como eramos, con pequeños senos o grandes pechos, depilados nuestra línea de bikini o no; o muchas otras más liberales, que nos enseñaba su vagina depilada, y todas al inicio nos sentíamos como cohibidas y reíamos como locas y luego veíamos eso tan natural.


   Es un gran problema lo que se presenta en la sociedad cuando todo esto que pasamos en esa etapa de nuestras vidas, se oscurece por tabúes, chismes, prejuicios y mala voluntad, que la tildan a una como lesbiana inmediatamente, como si fuera algo malo o una enfermedad.  Cuantas veces luego de un primer encuentro con una amiga por el licor o por curiosidad, luego pasamos un buen rato con ellas como parejas y posteriormente llegamos  a darnos cuenta que nos atrae un hombre y se forma una pareja, y todo aquello sólo fue parte de una linda experiencia.  Pero si la chica escoge convivir con una mujer, nada malo hay en ello, todo lo contrario, llevan más ventaja que una pareja heterosexual.  La mujer sabe como comprender y llenar a su mujer.

     Si una mujer nos atrae, además de su físico es también por lo que sabemos que ellas pueden ofrecernos desde su interior, siendo en su mayoría una gran ventaja para aprovechar  sentirnos más seguras y más confiada de un amor puro y transparente, que nos cobija, nos entiende y nos da placer en el ámbito intimo.

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